JUICIOS Y AFIRMACIONES (OPINIONES Y HECHOS)
“El ser humano es un puente entre los animales y los dioses
F. Nietzsche
Cuando procuramos describir cómo “es” una determinada persona, podemos hacerlo utilizando afirmaciones. Podemos decir, por ejemplo, que Irene, la persona de la que vamos a hablar:
Es mujer
Es venezolana
Es periodista
Es graduada de la Universidad Central de Venezuela Tiene 42 años
Está casada
Tiene dos hijos varones
Trabaja en el períodico El Nacional, etc.
Todas son afirmaciones. Con cada una de ellas algo nuevo logramos saber sobre Irene. Pero examinemos lo que sucede con las afirmaciones. Sin negar que con cada una de ellas ampliamos nuestro conocimiento de Irene, descubrimos que ello acontece de una particular manera. Las afirmaciones operan como sucesivas restricciones en el amplio espacio de las posibilidades de ser que da cuenta de Irene.
En efecto, al decir que ella es mujer, el espacio de posibilidades que ahora ocupa Irene se restringe y deja fuera las posibilidades de ser que pertenecen al “ser hombre”. Cuando luego decimos “venezolana”, introducimos una nueva restricción que corta el amplio espacio de posibilidades del “ser mujer” y lo acota al “ser mujer venezolana” y así sucesivamente con cada una de las afirmaciones subsiguientes.
Con cada nueva afirmación, el espacio de ser de Irene se hace más preciso, se acota, se delimita algo más. Sin embargo, Irene sigue siendo una suerte de “categoría” censal, más o menos precisa. Y mientras más afirmaciones disponemos más sabremos sobre Irene pero aquello que sabremos no dejará nunca de tratarla como una “categoría”. Este conocimiento sobre Irene, será siempre un conocimiento “frío”, un conocimiento que poco nos dice sobre los aspectos relacionados con las dimensiones más profundas y misteriosas de su alma, con los aspectos que nos acerquen a lo que le inquieta, a sus desgarramientos y temores, a sus alegrías y sus amores, a todo aquello que la hace un ser único en el universo.
No queremos despreciar el aporte que las afirmaciones hacen en el conocimiento de los individuos. Ellas sin duda hacen una contribución significativa. Con cada una de las afirmaciones, precisamos el espacio desde el cual se desarrolla el ser de un individuo. Y ello no deja de ser importante. Pero los espacios que las afirmaciones delimitan serán siempre espacios de “posibilidades” de ser, y todo individuo situado en ese espacio puede activar o no activar las posibilidades que el espacio al que pertenece le confiere. El que lo haga o no lo haga dependerá de condiciones que muchas veces escapan nuestra capacidad de conocimiento, de las afirmaciones que podemos hacer y de la presencia de otras dimensiones las que, sin embargo, sólo logran revelarse a través de juicios.
Los juicios, en consecuencia, nos aportan una mirada diferente sobre un mismo individuo, una mirada que las afirmaciones son incapaces de proporcionarnos. Volviendo al ejemplo de Irene, podemos comparar el conocimiento que obteníamos de ella con las afirmaciones con aquel que se genera cuando entregamos juicios y decimos que Irene:
Es muy competente en su desempeño en el trabajo Es responsable con los compromisos que asume
Es algo irritable bajo presión
Es sociable con sus compañeros
Es solidaria con quienes están en problemas Es tímida en situaciones sociales
Es tierna y afectuosa en el amor, etc.
Ahora tenemos la impresión de que progresivamente penetramos en el espacio más cálido de su alma, en su particular y única forma de ser. Ello nos permite reconocer que los juicios nos habilitan un acercamiento especial a la forma de ser de cada individuo.
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Uno de los problemas fundamentales de la comunicación es la confusión entre observaciones (hechos) y opiniones (juicios). Cuando las personas presentan sus interpretaciones como si fueran verdades absolutas, es imposible operar con efectividad y respeto mutuo. Cuando cada interlocutor cree que su opinión es la única verdad, la conversación se vuelve una lucha por la razón (en el supuesto de que hay una sola), el objetivo inicial de maximizar la eficiencia del conjunto y el bienestar de cada uno de los participantes queda relegado. El nuevo objetivo es demostrar que uno está en lo correcto y que los demás están equivocados.
Este modelo de “ganar-perder” se manifiesta en el lenguaje. La manera de hablar y la manera de pensar son dos caras de la misma moneda (el modelo mental), por eso usaremos el lenguaje como herramienta de diagnóstico y mejoramiento. La confusión entre hechos e interpretaciones genera graves problemas en la comunicación; por eso proponemos un modelo comunicacional que en vez de estar centrado en la verdad, está centrado en la efectividad.
El Observador y su mundo – Volumen II Rafael Echevería- Metamanagement II Fredy Kofman
