Soy un producto y busco trabajo

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Seguramente habrás conocido casos reales de gente que permanece un corto período de tiempo desempleado, y te preguntarás ¿Cómo lo hace?… Regularmente, tenemos una formación parecida a dicha persona y le dedicamos las mismas horas a buscar trabajo pero no percibimos el valor diferencial de dicha persona porque pensamos que lo único que valoran las personas encargadas de la selección de personal es la información contenida en el currículum. Los pequeños detalles marcan la diferencia, esa persona que cuida su aspecto exterior o la persona minuciosa en el diseño de su currículum son propuestas de valor para el empleador. Y no nos referimos a la simple superficialidad de las personas, hablamos de un término más profundo y que a todos les afecta: La discriminación.

Cuando escuchamos discriminación, nos produce un sentimiento negativo, y en algunos casos utilizaréis dicho término de forma adecuada, pero nadie se ha parado a pensar que continuamente discriminamos personas. Vamos a poner un ejemplo: Juan se ha quedado en la calle y vive sin poder tener una higiene personal óptima, por otro lado, Pepe tiene un pequeño piso a las afueras de la ciudad en el que vive con sus padres, pero curiosamente tiene el mismo nivel de formación que Juan, ¿Cuál tendría mayor probabilidad de ser seleccionado para un puesto de trabajo (no seáis “políticamente correctos”)? ¿Discriminamos?…Obviamente lo hacemos. A mí me producen rechazo las personas que discriminan personas por el simple hecho de tener que buscar en un cubo de basura y se apartan en plena calle por el hecho de tener una higiene personal poco cuidada, muchas veces se produce por una situación impuesta y no por decisión propia.

Esto sucede continuamente en el entorno laboral, aunque en la discriminación laboral se han establecido límites en su definición para referirnos a aspectos concretos (edad, raza, etnia etc…) realmente todos discriminamos de una forma o de otra. Cuando te encuentras en un puesto de trabajo y sueltas la frase “El nuevo no me transmite buenas vibraciones” u otros términos para referirnos a personas que ni siquiera conocemos, estamos discriminando. Lo puedes llamar como mejor te parezca: “Preferencias”, “Prioridad” o “Afinidad”.

Los que defienden la no discriminación seguramente en algún momento han discriminado, y es que las personas siempre vamos a discriminar por nuestros valores socioculturales, socioeconómicos u otros valores impuestos de manera directa o indirecta durante el desarrollo social que sufrimos y donde cada uno establece su personalidad. Es un proceso natural del ser humano formar grupos en función de distintas características.

En este punto, hay que hacer alusión a un aspecto fundamental para obtener una ventaja competitiva con respecto al resto, el hecho de vernos como un producto, y sí, cuando queremos acceder a un puesto de trabajo y existen 100 candidaturas estamos compitiendo como lo hacen los productos en el mercado, vamos a dejar de pensar que todos tenemos el mismo objetivo y que te gustaría que a la otra persona le dieran el puesto de trabajo, antes que ninguno, te gustaría acceder a ti al puesto de trabajo.

En definitiva, desde mi perspectiva somos un producto que vende su tiempo a cambio de un salario, y cuyo precio de compra lo pone la empresa que te contrata. Ofrecemos nuestro tiempo (valor cuantificable) a cambio de una remuneración, transformando ese tiempo en los servicios (funciones)  que vayamos a prestar en la empresa. Ahora que ya te empiezas a sentir un producto y has aceptado la discriminación con diferentes variables terminológicas voy a empezar a darte algunos consejos, herramientas y aspectos para mejorar tú propia empleabilidad.

En primer lugar vamos a desgranar algunas partes de un producto de una forma coloquial para que se entienda:

Packaging: Es la apariencia que presentas y la presentación que realizas cuando sales a buscar trabajo. El objetivo primario es atraer a los clientes (empleadores) y ser la principal ventana de comunicación hacia dichos consumidores.

Marca: Es lo que te diferencia con respecto a otras personas que se encuentran compitiendo contigo en el mercado laboral con el mismo nivel de cualificación que tú, experiencia etc…En nuestro caso, nos referimos a tú propia marca personal.

Calidad del producto: Los productos sufren una evaluación constante para su progresión en el mercado y el consumidor final espera mejoras o perfeccionamiento a lo largo del tiempo. Esto no es más que la formación constante que puede sufrir una persona o el perfeccionamiento realizando una función específica dentro de la empresa. En este punto debemos diferenciar los objetivos profesionales de la persona: buscamos cualquier puesto de trabajo y nos da igual el salario, beneficios sociales u otros aspectos, o buscamos un puesto de trabajo acorde a nuestras expectativas. Para ello, debemos concretar la percepción del consumidor final (empresa) del significado de “calidad del producto”.

Recuerda que el producto siempre tiene un –target market– específico, por tanto, tendrás que reinventar todos los aspectos mencionados anteriormente en función del sector o tipo de empresa de destino. Aunque existen valores imprevisibles en la decisión final de adquirir un producto por parte del consumidor final podemos llegar a entender algunos de ellos a través del conocimiento y de las experiencias de otras personas.

A modo de resumen, he escogido algunos consejos, herramientas y aspectos que vamos a tener que utilizar para aumentar nuestras posibilidades de captar la atención de la empresa que oferta un puesto de trabajo.

Para mejorar dichos aspectos no hace falta escoger un curso de 1000€, puedes escribirme a través de LinkedIn y te proporcionaré algunos documentos, canales de Youtube y otros materiales que te ayudarán de forma gratuita con tus objetivos.


 

 

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